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MIRANDO LA LUNA
 

Al observar la luna me pregunto, que privilegio tan grande tenemos los seres humanos para observar un objeto tan bello.

La luna por siglos en la humanidad siempre ha sido inspiración y tema de escritores, poetas, músicos, escultores, artistas, estandarte de locos y seductores, de gente que bajo su seducción ama, se apasiona y hasta aniquila.

Los colores de la luna muchos han jurado que van desde el blanco nítido, el rosa leve, el naranja ardiente, el azul claro, el negro eclipse y hasta rojo pasional, pero los colores de la luna dependen de los ojos quien la mira, hay quien asegura que hay un arco-iris en el centro.

Pero cuando buscas en la luna la respuesta a tus dudas, está siempre te observa y deja que la imaginación recorra por todo tu universo, nos hace sentirnos acompañados aun en los peores momentos.
 
La luna es como la almohada para los que soñamos despiertos, su imagen consigue poner nuestra alma en paz, cuando recordamos una caricia, una sonrisa o la distancia amarga y severa que nos separa del amor.
 
Observar la luna es observar el camino de dios, es acercarnos al cielo es saber lo pequeños que somos dentro del universo infinito. Pero la luna es mágica y nos deja soñar, meditar y perdernos en la imaginación.
 
Bajo la mirada de la luna se extienden ideas y pensamientos, algunos tan extraños que a esas personas les llamamos lunáticos, seres extraños y controvertidos que tienen el toque y la cualidad de soñar donde para cualquiera de nosotros sería el límite de los sueños.
 
Bajo la mirada de la luna se extiende también un manto de misterio, algunas veces tocando hasta el punto del horror y el miedo provocado por cuentos y leyendas solo fundamentadas en el mito.

Pero la luna tiene su encanto y observarla siempre será uno de mis mayores placeres.

Javier Fransoni